lunes, 22 de septiembre de 2014

« Anael »

El calor de verano estaba llegando a su punto límite, aun el clima estaba pesado y humedo. Algunas hojas de los árboles se resignaban a caer de los mismos y otras, como verdaderas sobrevivientes se mantenían firmes en ellos, no queriendo entregar sus “vidas” así como así.
Algunos pueblos comenzaban a preparar las festividades de despedida de la temporada a comienzos de Septiembre. Barbacoas, música y alcohol serían quienes reinasen allí. Milwarry, Carolina del norte no es la excepción.
El no tan pequeño poblado es un sitio normal, lindo para poder asentarse con la familia y tener una vida tranquila. No suelen suceder “ataques de animales” ni mucho menos.



En el bosque, hay una pequeña cuenca que lo araviesa, no es muy profunda, pero tiene lo suyo. Una joven, aparentemente incosciente se halla tirada en la tierra cerca del agua, traía puesto una especie de entero negro, corto y sin mangas, su cabello amarronado casi negro suelto y esparcido por el suelo alrededor de su cabeza. La joven se removía levemente, queriendo despertarse, abrir sus ojos. Los cuales abrió repentinamente. Sus púpilas se dilataron con la entrada de luz al los mismo. Una ojos amarronados, chocolates grandes. Ladeo su rostro hacía el costado para intentar averiguar alguna pista sobre donde estaba, no podía distinguirlo pero era parecido al último lugar en el cual había estado...una vida atrás.

La joven se levantó despacio del suelo, media tambaleante, tan así que casi cae contra uno de los troncos, se sujeto del mismo y miro a cada lado del lugar, observando nerviosa cada sitio, todo le era raro, todo era..diferente.
Cuando al fin pudo mantener el equilibrio, salió corriendo con rumbo desconocido, por entre el bosque. Chocándose con ramas y piedras. Golpeándose contra todo lo que encontraba, hasta que tropezó y cayó al suelo, comenzando a rodar por una caída que daba al costado de la ruta. Quedo tendida allí, prácticamente no podía moverse, su visión era borrosa, perdida.

Por la ruta, venía una camioneta no muy grande, de color plateada, frenó a un costado al ver a la joven tendida allí. La mujer que conducía bajo rápidamente del vehículo y fue a socorrerla. Trato de ver que no estuviese demasiado herida como para moverla. Era tan solo una niña; Cuando verificó que no tenía heridas demasiado profundas y mortales, la tomo en brazos como pudo y la llevo hasta el auto, subiéndola al asiento trasero, recostándola allí.

La joven herida apenas veía, apenas sentía. Todo daba vueltas. Casi ni notó que fué subida a un auto extraño, apenas y con un mínimo de fuerzas mantuvo sus ojos abiertos, fuerza que se volvió a ir, haciéndola caer en los brazos de morfeo.
Cuando volvió a abrirlos, apenas podía hacerlo, ni siquiera había notado que la habían sacado del auto, llevado a una habitación y puesto sobre una cama.

Al cabo de unas horas, la inconsiente joven empezó a recobrar su conciencia. Aun su vista era media nublosa pero aun así, podía distinguir unos muebles de madera, sentir una manta encima suyo, un dolor de cabeza intenso era lo que mas sentía. Se llevó una mano a la cabeza y fue acomodándose en la cama despacio, sentándose. Queriendo ver bien el sitio donde estaba. Una luz. Una mujer ingresaba a la habitación con lo que parecía una charola con algo que no podía disinguir bien; Solo pudo hacerlo cuando la desconocida se sentó a su lado y apoyo la charola cerca suyo.
Pero algo le pasó a la jovencita. Al ver el rostro de aquella reconocida entró en pánico. Corriéndose apresuradamente de la cama hacía la pared tras suya, la cual le impedía seguir “escapando” por decirlo de una manera. Abrio de par en par sus amarronados ojos.
La gentil mujer solo la quedo mirando confundida por su reacción.

- Señorita por favor... - Estirando su mano hacía ella. Su voz era dulce, calma y confundida.

La joven se corrió de allí y de un brinco salto de la cama al suelo yendo a un rincón de la habitación. Asustada, confundida, aterrada.

- ¡No, no no, no! ¡Alejate de mi! - Repetía una y otra vez.- ¡Solo déjame! ¡Déjame sola! ¡Te quiero lejos! -

La mujer no sabía como reaccionar ante ello, era extraña su reacción. ¿Por qué le temía tanto? Era algo impresionante de ver. El estado de la muchacha era agitado, demasiado. La mujer trato de acercársele para calmarla pero se freno a dos pasos de ella.

- Cielo.. tranquila...-Decía la mujer luego de quedar a unos escasos pasos de la jovencita.- No te haré daño..

- ¡NO! ¡NO! -Repetía a medida que negaba fervientemente con la cabeza.- ¡Eres igual a mi, eres igual a mi!

Parecía traumada. Esa ultima frase de la joven llamó la atención de la dueña de casa. ¿Parecida a ella? Eso era imposible, era una niña, castaña, ojos amarronados como los suyos pero no era nada parecida fisicamente a ella. El estar confundida realmente parecía demasiado en ese momento. Al parecer, se habría dado un buen golpe en la cabeza y eso la haría alucinar.

- ¿Igual a ti? - Confundida, dio un paso mas hacía la joven- Es imposible que nos parezcamos.

La joven “traumada” seguía con la cabeza entre sus manos, como si fuese que estuviese encerrada en sí misma. Como si no quisiese escuchar a lo que la mujer decía. Sollozaba en silencio, su respiración era aun mas acelerada que antes.

La dueña de casa quería demostrarle que no quería lastimarla ni herirla ni mucho que se parecían entre sí. Cambió de rumbo y fue hacía la pequeña repisa donde había sobre el mismo un espejo de mano, el cual fue tomado por la mujer y fue acercado despacio a la joven.

- Mira.. -Acercándolo con cuidado hacía ella.- Solo hazlo y verás que no somos iguales..

La muchacha temía de aquello. Por un instante prolongado dudo sobre que hacer, pero decidió estirar uno de sus brazos y tomar el espejo entre sus manos, con cuidado y temor mezclados. Lo acercó a su rostro para poder verse a sí misma. Le aterró lo que vio en el reflejo del espejo: sus facciones, su rostro, su cabello, todo era, demasiado diferente a lo que ella recordaba de si misma.

- No entiendo.... -Susurraba mientras pasaba su mano libre por su mejilla izquierda, mientras pequeñas lagrimas se escurrían por la otra mejilla.- ¿Como...es posible?

- Tranquila.. -La dueña de casa al fin se pudo acercar a la joven. Arrodillándose a su lado, sin quitarle la vista de encima. Le daba pena verla así-

- No puede ser...- seguía susurrando sin poder creer lo que sus ojos veían en el reflejo.- Ya no soy yo... -Con voz quebrada.-

- Y..-Tragp saliva nerviosa la mujer y se aclaró la voz. Quería saber mas de ella, o por que decía aquello, pero no sabía como preguntarle.- ¿Quien... quien eres? -La jovencita por primera vez corrió la vista del espejo y la miró a los ojos, sus ojos parecían cristales por tantas lagrimas que estaban acumulados allí.-

- Amara...

- ¿Amara? - Repitió confundida y la joven asentó. Fue ahí cuando la mujer reaccionó- Eres mi antepasado. En Ancla..

- Lo fui.. estaba muerta, morí, me dejaron morir, esas voces me dejaron en paz y... -Decía de manera rápida, quebrandose su voz con cada palabra. Apoyó el espejo en el suelo y secó las lagrimas que se escurrían por sus mejillas, presionando la piel. Dejándola marcada.-

- Quizás... esta es tu nueva oportunidad... -Dijo la mujer queriendo darle algo de consuelo.-

- Y tu.. -Comenzó a decir la jovencita un tanto mas calmada.- Eres una de ellas... ¿Cual? - Pregunto de manera curiosa.-

- Dime Jess.. -Respondió la dueña de casa esbozando una pequeña sonrisa dulce- Me llamo Jessamine..aunque fui conocida por otro nombre antes.. larga historia -Torciendo un poco los labio.-

- ¿Vas a ayudarme? - Pregunto la jovencita. La ahora nombrada Jess asentó.- ¿Como?

- Podríamos... -Suspiro.- Podrías intentar recomenzar tu vida... tal vez usar otro nombre.. podría tomarte como mi hija para que pases desapercibida.. -Sugiriéndole

En ese momento, lo que aquella mujer sugería no era tan mala idea. La antes Petrova Original lo pensó un poco, lo que pareció una eternidad. Tenía sentido el que tomase otro nombre, otra vida, que recuperase lo que había perdido, aunque no se arrepentía de ello.

- Anael... -Dijo al fin. La mujer la quedo viendo confundida.- Anael es mi segundo nombre y quiero usarlo ahora.

- Entonces... -La mujer se levantó del suelo y extendió su mano hacía la jovencita- Bienvenid a casa Anael..

La joven tomo la mano ofrecida y se levantó del suelo. Esbozando una pequeña sonrisa tierna y al mismo tiempo algo tímida. No sería fácil para ella dejar todas sus memorias y pasado atrás. «Ven.. es hora de limpiar esas lagrimas y comer algo.. has de estar hambrienta...» Se escuchó la voz de la mujer mientras la llevaba consigo mostrándole le camino al baño, para que se limpiase y refrescase un poco.
Aunque en el fondo, Anael sabía que, aunque comenzase una nueva vida, algo siempre le faltaría a ella y su vida... Él..

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