San Francisco. El viaje desde Mystic Falls hacía su hogar y trabajo no había sido para nada corto para el joven Chistopher (ahora) Salvatore Lorden. Pero debía de hacerlo, dejar a su padre en el mejor momento de la relación con él.Pero el trabajo era el trabajo y mas en esta época donde muchas fiestas otoñales o de despedida Veraniega o incluso fiestas normales tenían mas éxito.
Era la mañana del día siguiente al día de regreso del joven. Se dirigía como siempre a su oficina, al parecer tenía varios papeleos que hacer para el inicio de ua fiesta y firmar varios permisos especiales. Pero ello cambio cuando llego al piso de su oficina.
- Señor Lorden.. -Llamo la atención la joven recepcionista. Christopher se detuvo, creyendo que tenía algún mensaje para él o algo parecido.-- Hay alguien en su oficina
- ¿Ian? -Preguntó incrédulo, la joven negó.- ¿Entonces?
- No.. no lo sé, señor, ella solo dijo que.. - La joven no terminó de hablar que el jefe fue directo a su oficina a ver de quien se trataba.
Nunca permitió que nadie se metiese en su oficina, exceptuando su padre adoptivo o su madre, y claramente su madre ya no podía, su padre adoptivo tampoco era según la recepcionista. Entonces.. ¿Quién?
Abrió de un solo tirón ambas puertas de la oficina y vio a una mujer de cabellos negros, el cual estaba recogido en una recoleta, de espalda a la entrada, sentada en su sillón puesta hacía el lado del ventanal detrás del escritorio.
- Estabas tardando en llegar, Chistopher..- Resonó la voz de la desconocida en la oficina.-
- Salga de mi oficina -Ordeno el joven Lorden sin previo aviso. La mujer se giró con silla y todo hacía el escritorio y clavo su vista en el joven.
Tenía unos ojos grices penetrantes, su sonrisa amplía mostrando sus dientes y su frente limpia, piel tersa, pálida incluso si se podía ver bien. No era una conocida, sino la recordaría.
- ¿Por que tanta brusquedad, querido? - Mientras giraba un poco la silla para levantarse de la misma.-
- Largo de mi oficina.. -Repitió casi sin paciencia. Si algo había heredado de su padre, y abuelo, era que no tenía paciencia cuando quería algo, la mujer dio unos pasos hacía él-
- Esa no es forma de tratar a tu tía, Christopher. - Dijo la mujer para luego, soltar una pequeña risita.- Hermana, creí que lo habías críado mejor.
Parecía como si hablase al aire, pero no era así. El muchacho escuchó unos pasos que provenían de detrás suyo, la mujer delante de él, lo esquivo con la mirada y miró a quien parecía haber llegado. Él se ladeo un poco y vio a la mujer que había ingresado.
Tenía cabello lasio, suelto, un pantalón de vestir negro y una camisa blanca, con una blaizer del mismo color que su camisa.
Ella le sonrió dulce y él reconoció enseguida esa sonrisa tan especial, característica.
- Es verdad..- Se escuchó la voz suave de la mujer recién había llegado. Él la quedo viendo casi perplejo.- Te críe mejor, hijo.
Dicho esto, al fin el joven cayó en cuenta de quien realmente era. No podía creer lo que sus ojos veían o lo que sus oídos escuchaban. Era imposible: vio el cuerpo, su padre y tío y amigos de los mismos la habían enterrado. No.. no era posible.
- Oh vamos, querido sobrino.. -Dijo la primer mujer pasando por su costado y luego parándose de frente a él y junto a su hermana. Ambas lo miraban fijo.- Quita esa sorpresa de tu rostro y danos la bienvenida.. es lo menos que nos merecemos.. -dijo casi como sería y luego se echo a reír.-
- No puede ser... -decía el joven aun sin salir de su asombro pese a verlo con sus propios ojos.-
- Hijo.. -La mujer que ingresó última se acercó a él y poso su mano en su mejilla, la cual la acarició tiernamente, mientras sonreía del mismo modo. Él cerró sus ojos y se dejo llevar unos momentos por ello-
- ¿Como...? -Volvieron a abrir sus ojos marinos y viéndola directamente a los de ella.-
- Siéntate y te lo contaremos...-Dijo Luna yendo al sillón que estaba en la oficina, seguida de su hermana y su sobrino.
Los sillones eran de cuero negro con almohadones en blanco y negro, un juego de tres que componían como una especie de livinf en la gran oficina: uno largo y grande, rodeado de dos sillones de una plaza cada uno a sus costados. La menor de ambas se sentó en el sillón mas grande, al lado de ella su hijo y en uno de los pequeños, Luna.
Comenzaron a narrarle la versión corta de los hechos, de a poco. Christopher no reaccionaba mas que para asentar o hacer un mueca como entendiendo, cosa que no era del todo acertada. Así pasaron los minutos, hasta que finalizaron con el relato.
- Conclusión: el Velo tiene mas quiebres que nunca y todo porque Abraxas quiso matar una versión de tu madre. -Dijo Luna, quien tenía sus piernas cruzadas y sus manos a cada lado del sillón.-
- ¿Y por qué no llamaste a padre? - Pregunto el joven viendo a su «madre». La cual miro a su hermana y esta le hizo una seña. Volvió la vista a su hijo.-
- Por que no es seguro aún.. -Respondió con calma y al mismo tiempo parecía tener pánico de ello.-
- ¿Seguro? ¿No era que destruyeron a quién las quería matar? -Pasando su vista de una a otra. Ella se volvieron a mirar.-
- Y ahí es donde esta el problema, sobrino.. -Sonó la voz de Luna. Él fijo su vista en ella.- Suponemos que nuestra querido no tan querido Abraxas es tan terco como nostras para morir.
- ¿Y...eso que significa? - Preugnto confundido, a lo que su madre poso su mano en su pierna y él volteó la mirada hacía ella, confundido.-
- Significa que es probable que haya escapado por el Velo.. -Respondió la mujer. Ahí entendió el porque su voz parecía calma pero sonaba casi con pánico.-
- Con mas razón deberías llamar a padre -Replicó el joven. Luna rodó los ojos y Hera negó.-
- No puedo.. -Musito agachando la mirada hacía un costado.-
- ¿Por que no? - Re pregunto el joven.- No te das una idea lo que te ha llorado, sufrido. Lo quiere ocultar pero no le sale bien y te necesita, madre.
Eso la mataba por dentro. Saber que su amor, su gran y único amor la estaba llorando, creyéndola muerta, la mataba por dentro. Si, había habido días que había querido llamarle y no ha podido por temor que no le creyese que era ella o que le reprochase todo. Y con justa razón.
Pero mas que nada, temía que fuesen tras ella, suponía que quizás, si él no sabía de su existencia, estaría mas seguro de esa forma...
- ¿Y crees que tu madre no ha intentado hacerlo? -Pregunto Luna con un tono medio irónico.- Se ha frenado varias veces de hacerlo por temor..
Eso perturbó a su hijo, al parecer si había sido capaz de querer llamarlo y resistirse. Quizás ambas tenían razón y era posible que algo malo sucediese en un futuro. Aunque la pregunta que lo rondaba en su cabeza era.. ¿Que era eso que podría pasar?
Mientras, en Withmore College se recibía a un nuevo profesor suplente en Historia Sobrenatural 1. El hombre ingresó al gran salón a paso prominente, decidido y tenaz. Era el reemplazo del profesor titular, ya que el mismo había dado parte enfermo y comenzaban en año y debían tener profesor. Él solo se presentó recomendado. Todos los alumnos lo observana sin despegar su mirada de él.
El hombre llego al estrado y dejo a un costado su maletín. Miro a los presentes y les sonrió tenue.
- Bienvenidos a Historia de lo Sobrenatural 1. Mi nombre es Charles Gold y juntos, este año..veremos los misterios del Mundo sobrenatural y su historia.. -Presentándose ante todos brevemente.
Tenía una mirada fría y distante, pero al mismo tiempo cálida y decidida. Eso era extraño pero, ¿que podría tener de malo un profesor de Historia? Nada... o al menos eso se cree..
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