viernes, 23 de enero de 2015

«I want them all dead..»

Calypso estaba en la residencia Withmore, más precisamente en el sótano del sitio aquel. Estaba sentada en una banqueta, en una especie de laboraorio que allí residía. La menor de las Valerious simplemente pensaba. Parecía insegura, releía una y otra vez la página del libro que estaba delante suyo, posada en la mesada.
Repasaba los ingredientes que, alguna vez su hermana mayor escribió. Es algo extraño, pero necesitaba los mismos ingredientes para hacer lo que ella quería pero a la inversa.



- Veamos.. -Susurró la joven traveller suspirando.- Tengo el polvo del corazón de una réplica, esencia de una vampira y de un traveller. Me falta sangre de un guerrero y...sangre de un reencarnado. Lo más fácil..

Dijo bufando ante esto último. Si quería poner en marcha aquel plan tan extraño y tan...destructivo, tenía que ingeniárselas para llegar a sus cuñados. Ellos eran los que faltaban utilizar. De paso, y como bonus, podría hacer sufrir a sus hermanas tal como ellas le hicieron sufrir a ella. Tendría que hablar con Balthazar para que la ayudase en su misión, en su búsqueda.

Un ruido, alguien bajaba las escaleras hacía allí, parecía venir a paso decidido, firme pero calmo. La mujer levantó la vista de su lectura y allí lo vio: parado al pie final de la escalera, esos ojos grisaceos, su cabello platino y su porte elegante lo hacían ver más atractivo de lo que alguna vez creyó que podría llegar a verlo. Le sonrió cordial y dulcemente.

- Marishka...- Su voz gruesa y aspera, distante pero al mismo tiempo calma y dulce.- ¿Tienes todo lo que necesitabas? -Pregunto a medida que se acerca a ella, caminando tranquilamente. Ella negó.-

- No. Necesito otras dos cosas. -Replico la aparente joven mujer. Él la quedo viendo extrañado.--

- ¿Que más podrías necesitar, mi querida Marishka.? -Preguntaba quedando a escasos pasos de ella, casi tras suyo mientras ella lo seguía con la mirada.-

- Necesito la sangre de un reencarnado y la de un guerrero. -Decía ella. Él hizo una mueca abriendo grande su boca como entendiendo a que se refería.-

- Pues bien.. lo tendrás, querida. -Decía firme el hombre sentándose al lado de ella.- ¿Tienes el hechizo preciso? -Ella asentó.- Entonces solo debemos tomarlo y todo estará completo.

- El mundo será como debió ser siempre.. -Replico ella.- Un mundo humano.

- Y en este nuevo mundo..Tu serás la reina de todos.. -A medida que llevaba su mano a la mejilla de la mujer, corriendo un pequeño mechón de cabello de allí.- Una reina humana, real.. perfecta en todo esplendor.. -Acariciando su mejilla.

Marishka se sentía extraña cada vez que Balthazar la acariciaba de tal forma, dulce y cálida. Amable, como solo con ella se portaba así. Muchos creerían que Balthazar era incapaz de sentir algo por alguien, pero la menor de las Valerious era la única que podía domar ese frío corazón y volver más humano, cálido. Mucho más aún cuando ella perdió a su única hija, su adorada Amara, si no hubiese sido por él nunca hubiese sabido que su hija estaba encerrada en el mísmisimo purgatorio eterno. Y estaba dispuesta a hacer lo que fuese cpn tal de liberarla y recuperarla de una vez y para siempre, pero para eso, debía liberar al mundo de la enfermedad que sus hermanas esparcieron, liberarlo de lo sobrenatural.

- Y dime, mi hermosa Marishka...-Prosiguió el aparentemente frío sujeto, sin perderla de vista.- ¿Qué es lo que quieres? - Pregunto con un tono de voz bajo y tenue. Sabía lo que ella realmente deseaba, quería oírla decirlo.-

- Quiera a mi hija de regreso.. -Dijo ella convencida y al mismo tiempo titubeante. Él negó.-

- Dime que es lo que realmente quieres.. -Prosiguió el hombre. Ella entreabrió los labios como queriendo tratar de decir algo, armo su voz intentando que sonase firme.-

- Quiero que todos ellos mueran, como mi hija murió.. Quiero destruirlos a todos.. -Él esbozo una sonrisa maliciosa manteniendo sus caricias en la mejilla de la mujer.-

- Y lo haremos, pero para eso.. debemos destruir a tu hermana. -Ella lo quedo viendo un tanto confundida.- Si ella muere, todo lo que creó morirá con ella.

Fue solo en ese entonces cuando entendió el porque de la obsesión de Balthazar con destruir a su hermana para poder...'purificar” el mundo de una vez por todas. Igual a lo que ella quería; Había sido testigo de los intentos fallidos de su hermana por destruirlos, por..sacar lo peor de los humanos para hacerlos o no merecedores de su vida. Pero siempre eran fallos: todos y cada uno de los “experimentos” morían pasando el tercer día y era una muerte aberrante y asquerosa, muertes de las cuales ha sido testigo durante más de un milenio, desde la propia transcisión de la misma.

- Luna no se dejará lastimar. -Musito la mujer dejando denotar su acento particular.- Hay que destruirla por donde le duele, delibitarla.- recomendó a lo que su acompañante asentó.-

- Y lo haremos, querida..lo haremos. -Dijo firme soltando el rostro de la joven y levantándose de su asiento, volviendo hacía las páginas del libro que yacían sobre la mesada.- Aunque creo que necesitaremos un poco de ayuda..

Leyendo lo que además faltaba: un sitio sagrado. Un cementerio donde lanzar el encantamiento; Balthazar sabía a lo que se estaba enfrentando y lo que podría ocasionar el hecho de ir en contra de las hermanas mayores de la mujer que estaba a su lado, pero quería tomar su oportunidad. Estaba cansado de ser el numero dos. Ahora, estaba cada vez más cerca de ser el numero uno.: de tener el control total, de destruir lo profano, de destruir lo que lo destruyó a él, de cierta forma.
Los quería a todos muertos, ambos lo querían, incluyendo a la Muerte misma...

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