Hacían pocas horas había amanecido, el sol estaba brillante y el día era lleno luz y paz. El castillo estaba en paz. Desde hacía tres años que ya no habían demasiados Travellers habitando la pequeña comunidad que ahora solo era habitada por jovenes Brujas estudiando con las Hermanas Valerious el dominio de sus habilidades y la magia en general.
Hera, la menor de ambas, se hallaba en una de las habitaciones del segundo piso del Castillo, sentada en el suelo, cuyo vestido azulmarino con tonos lilas y azules mas fuertes cubrían gran parte del suelo de su alrededor, era un vestido simple pero elaborado. Su cabellera enrulada azabache oscura suelta y sus ojos amarronados avellana clavados en la figura de mármol que yacía delante suyo, petrificada con sus brazos en forma de cruz delante de su pecho y abdomen, los ojos de la misma cerrados, expectantes, pero eso no significaba que no sintiese ni le doliese lo que pasase por ella y a su alrededor.
Estaba absorta en sus pensamientos, no prestaba atención nada mas que a la figura de mármol, incluso le hablaba o pensaba en voz alta y se lo decía a ella.
- De seguro has de estar sufriendo cada traspaso -Hizo una pequeña pausa y prosiguió al cabo de unos segundos.-.. créeme que lo siento. Ojala hubiese podido detenterla de convertirte en esto.. Pero según Luna todo debe de “salir según el plan” y si tu sales de este estado.. No sucederá lo que ella quiere que suceda..
La joven Hera hablaba con la muchacha de Mármol como si realmente pudiese responderle, pero lo que nadie sabía era que Hera, uno de sus dones le permitía estar en ambos lados, hablar con quien estuviese allí y hablar con quien quisiese. No quería que Amara estuviese sola y por ello la llevo consigo y la dejo cerca para hacerle compañía mientras pudiese.
No notó que había alguien recostado en el marco de la puerta, de brazos cruzados. Un hombre de no mas de unos 30 y tantos años, cabello negro, corto aunque no en exceso. Unos ojos azulmarino que convinaban a la perfección con la vestimenta que traía puesta, además, de su cinto colgaba una espada, la cual solo se la quitaba para dormir...incluso ni así. La voz de la mujer era suave, calma, dulce incluso.
- Lo sé.. debería de no prestar atención a las cosas de mi hermana y dejar de ayudarle en sus planes pero.. no puedo. -Hizo una nueva pausa. Pareció haber oído o presentido algo y apenas miro de reojo hacía atrás.- No deberías de oír conversaciones ajenas, Daggeron.
Dijo y acto seguido ladeo su rostro con una sonrisa divertida en sus labios rojo carmesí. El hombre mencionado, abrió grande los ojos, enarco ambas cejas e hizo una mueca, los cuales se borraron rápidamente de su rostro. Se descruzo de brazos y camino hacía la mujer.
Su atuenda era simple pero era de un guerrero: botas de cuero, un pantalón de tela negra y una especie de camisa antigua clara con una chaleco en negro por encima.
Se quedo parado a escasos centímetros de ella.
- Creí que no me habías oído.. -Decía él a medida que se acercaba. Ella solo se sonrió divertida.- Estabas tan metida en tu.. charla con tu amiga -Pasando su mirada hacía la joven de piedra, torciendo los labios y volviendo a Hera.-
- No te sentí entrar.. -E´l frunció el entrecerjo.- Élla.. -Ladeando la vista hacía la piedra y volviendo al hombre.- Me dijo que habías entrado..
-¿Élla? -Señalándosela con la vista.- ¿La “chica piedra” te dijo que estaba aquí? - Con tono irónico al decir el sobrenombre. Hera asentó.-
- No le digas así.. -Con tono de reproche.- Su nombre es Amara y es mi sobrina así que le pongas sobrenombres..-Advirtiéndoselo mientras se ponía de pie y sacudía sus vestimentas.- Además..
Iba a replicar algo pero un guardia del Castillo ingresó a la habitación, Hera lo quedo viendo y su acompañante se ladeo hacía el joven muchacho que ingresó agitado al sitio. Parecía herido y que había estado luchando.
- Mi reina.. -Comenzó a decir con voz jadeante.- Los Travellers que están con Abraxas.. Están aquí
Eso fue suficiente decir como para que Hera se mirase con Daggeron y ambos salieran corriendo a su lado, iba el Guardia con ellos. Hera corría a medida que levantaba un poco la falda de su vestido para no tropezar y caer, su propio Guardia y Esposo fiel Daggeron iba a su lado listo para desenfundar su espada.
Llegaron a la sala principal, donde tiempo atrás ambas hermanas se reunieron antes de hechizar a los Travellers que ahora venían nuevamente.
- ¿Cuantos hombres tiene? -Preguntaba Daggeron a su compañero de batallas Alexander. El cualo miró y dijo.-
- Viene con unos pocos..No tiene muchas probabilidades. -Con tono altanero y sonriendo ladino.
Cualquiera que viese a Daggeron y a Alexander diría que son hermanos debido al parentesco físico que tenían, sus ojos, algunos razgos y algunos gestos similares, pero no. Lo único en común que tenían era, uno: ser antiguios Guardias de los Travellers en Grecia y dos: haberse convertido en esposos y compañeros de las Hermanas Valerious.
- No tienen ninguna posibilidad.. -Se oyó el tono altanero y orgulloso, frío de Luna proviniendo desde uno de los costados, sola, con una daga en su mano. Una particular, la Daga de OreShingh.-
- Hermana.. -Hera se acercaba a su hermana mayor temeroso al verle con ese objeto en mano.- No te atrevas a usar esa Daga en ellos.. te lo ruego. -Imploraba la mujer. Y su hermana como siempre no la escuchaba.-
- Voy a condenarlo de una buena vez a ver si se tranquiliza un poco y deja de intentar obtener algo que no obtendrá jamás.. -Casi parecía una niña hablando, una voz tenue y al mismo tiempo sombría.
- Génesis no lo hagas..
Pero ya había sido tarde, la mujer fue con rumbo a la salida, donde los que alguna vez fueron sus disípulos se hallaban listos para combatir y tomar la Cura para detener su maldición. «Vayan con ella..» Suplicó la menor de las hermanas a su esposo y cuñado, los cuales asentaron y salieron tras la mayor.
Hera por el contrario, tenía ordenado quedarse allí dentro, más teniendo en cuenta los intentos anteriores de sus ex-estudiantes por obtenerla y curarse de su maldición.
Transcurrieron minutos que parecieron eternos. Todos los Travellers yacían en el suelo, agonizantes, otros ya muertos, atravesados por las espadas de los Guardias de Luna y por la misma bruja originaria y sus dos acompañantes mas reconocidos.
Solo quedaba Abraxas de pie. Luna solo estaba allí parada, con una sonrisa arrogante dibujada en sus rojos labios que aún traían rastros de de sangre en la comisura izquierda de los mismos. Aparte de haber combatido contra sus ex-disípulos se había alimentado de ellos en el transcurso mientras el resto se entretenia mutilando y destrozándolos.
La bruja mayor tenía un brillo especial en sus ojos que parecían aun mas grises que de costumbre. Solo estaban los dos allí, parados, esperando el momento correcto.
Abraxas tomo una bocanada de aire profunda y de un instante a otro, salió corriendo con una espada baja hacía la bruja mayor, «Es hora de destrozarlo.» Se pudo ír musitar a la bruja, la cual saco la Daga que yacía en su cinturón y corrió hacía él, ansiosa y con total seguridad de lo que haría.
Adentro, Hera presintió que algo grave sucedería. Sus ojos se volvieron un tanto ams negros y corrió hacía la salida entremedio de los Guardias que habían quedado con ella, sujetando la falda de su vestimenta, al salir, vio a su esposo y cuñado batallando lado a lado con la mayor de las Valerious contra Abraxas.
Luna recibió una herida. Algo que no esperaba, en ese instante la herida comenzó también a notarse en la menor de las hermanas. La cual se llevo su mano hacía donde sentía la herida, que no era directamente suya.
No se supo como, pero en medio de la batalla, Abraxas consiguió quitarle la Daga de las manos a Luna, un descuido por verificar una herida de su esposo. Fue entonces cuando vio que Abraxas iba a matar a Daggeron con la Daga, lo tenía prácticamente dominado, y solo ahí fue que salió a intervenir aquello, no iba a permitirlo.
Se escuchó un «No» Agudo y quebrado proveniente de Hera, la cual vio como Abraxas atravesavan a su hermana prácticamente de lado a lado, condenándola con esa hoja que la atravesó. Pero no solo a ella. Una lagrima roja salió de los ojos grises de Luna y una lagrima similar de los ojos amarronados de Hera.
Ambas cayeron de rodillas al suelo, Daggeron fue rápidamente hacía su esposa y la rodeo con sus brazos de manera protectora. Alexander hizo lo mismo con Luna, estaba desangrandose, llevándose las manos a su herida. Viendo como esa sangre roja carmesí fluía de la misma, comenzando a sollozar sin darse cuenta.
Como acto reflejo ladeo su vista hacía su hermana la cual levanto la propia hacía la morena mayor y se dijeron algo inaudible pero que se podía notar en sus labios.
Ambas parecía que se estaban dando por vencidas, y al cabo de unos poquísimos minutos que parecieron eternos, el corazón de ambas se detuvo
Las llevaron adentro y las posaron a cada una de ellas sobre unos sillones que estaban cerca, querían ponerlas cómodas, mantenerlas cerca de ellos y ver si aún podían salvarlas, pero ya era tarde.
Daggeron sostenía la mano de Hera con todas sus fuerzas, no quería perderla, no estaba listo para eso. Siquiera se había imaginado alguna vez que podría suceder algo semejante.
Una bruma de color palida se formo en las cercanías de donde yacían caídas y ya fallecidas las hermanas Valerious, a sus lados, sus esposos, los Guardias se apresuraron a ponerse en posición de ataque para defenderlo, pero todos se asombraron cuando vieron de quién se trataba.
- ¿Qué ha sucedido?
Una joven mujer, de cabellos enrulados, castaña, ojos medianos y de un color brillante que resaltaba en los mismos. Su atuenda era de un color claro, pálido, una pequeña tiara en su cabello y una medalla con una gemma amarrilla pálida colgando de su cuello, un simbolo particular que simbilizaba la vida misma.
- Abraxas.. consiguió arrebatarle esto de las manos a Luna..-Dijo Alexander a medida que levantaba la Daga y se la mostraba a la recién llegada.-
- La Daga de OreShingh..- Susurró sin poder creerlo. Volteo la vista hacía ambas mujeres heridas.- Están condenadas..
- ¿De que hablas? - Inquirió Daggeron frunciendo el ceño.-
- Esa Daga condena el alma, según a la que haya atravesado.. ¿A quién de ambas lo hizo? -Pregunto a ambos hombres pasando su vista de uno a otro rápidamente.- ¡Hablen! -Ordenó la joven mujer.-
- A Luna, Calypso.. atravesó a Luna primero y parece como si,..Hera lo hubiese sentido también.. -Respondió Alexander, pasando su vista a Daggeron y luego a la ahora nombrada Calypso. Aún parecía no caer ante lo que él mismo decía. Era increíble..de hecho.-
- Entonces hay una posibilidad -Dijo esperanzada viendo a sus hermanas ya fallecidas.- Esto solo condena sus almas, es como un efecto dominó: Necesitan completar el circulo, una vez que la última vida que se les otirgue termine cuando esa Daga la atraviese -Señalándola con la mirada.- Ambas volverán a ser ellas mismas.. hasta entonces..pueden pasar años, siglos, milenios incluso..
A medida que la castaña explicaba aquello parecía como si ninguno de los hombres lo entendiese bien pero, si habían entendido el punto: ellas volverían a ser las que eran en algún momento. Aunque no parecía real ni seguro aquello, debían creerlo si se los decía esa mujer.
- ¿Y nosotros? - Pregunto curioso y al mismo tiempo algo impaciente Daggeron. No estaba listo para estar sin la mujer que amaba.- ¿Que pasará con nosotros?
- Bueeeno... -Calypso no estaba segura de como explicarlo, ellos no sobrevivirían tanto tiempo así, solos.- Tienen dos opciones. Dejar que la naturaleza siga su curso con ustedes o.. -Se freno en ese momento. Sabía que lo que diría estaba mal y sus hermanas la maarían por ello.-
- ¿ “O” Qué! Calypso? -Inquirieron Alexander y Daggeron al mismo tiempo. La mencionada tomo una bocanada de aire.-
- Guardias Retirense! -Ordenó antes de proseguir, los mismos aún estaban consternados por lo que habían oído y visto. Cosas que les fueron borradas de sus mentes en el preciso instante que dejaron el sitio. Una vez solos.- O.. puedo atravesarlos con Daga a cada uno y así podrían volver cada vez que ellas vuelven.. a su lado.
- Hazlo. -Daggeron no lo pensó ni un instante. Se paró de su lugar junto a su esposa y fue hacía la joven castaña. Pero Alexander intervino en su camino.-
- No sabemos si es real o no, hermano.. -Preocupado y algo desconfiado por la sugerencia de su cuñada, viéndole a los ojos, tomandolo por un hombro.- Aguarda.
-Hay que darse prisa o el efecto no servirá. -Replico la joven ante la desconfianza de los hombres. Alexander ladeo un poco el rostro hacía ella. Aún demostraba desconfianza, pero soltó a su hermano y lo dejo decidir libremente que quería.-
- Hazlo -Pidió el esposo de Hera, estaba seguro de lo que quería, estaba confiado en que era real, tenía Esperanza de ello.-
- Mira que no hay vuelta atrás.. -Al hombre no le importó mientras pudiese estar con la mujer que amaba, todo valía la pena. -Bien..
Extendió su mano hacía el mayor de los hombres, el cual tenía la Daga en mano, a duras penas se la pasó. Una vez que tuvo la filasa cuchilla en sus manos, la más joven de las Valerious, pero que era poco reconocida como tal se aproximo a su cuñado, al cual le sonrió de manera dulce y de un momento a otro, lo atravesó con la filosa arma.
Daggeron cerró fuertemente sus ojos al sentir esa cuchilla dentro de él, sintiendo como la sangre comenzaba a fluír de su herida y como la Daga salía de la misma, haciéndolo caer al suelo, de rodillas.
Calypso aún la poseía entre su mano, fue hacía a Alexander, al cual lo observó directo a esos ojos, esas orbes azuladas. Ahora la joven entendía el porque su hermana se había enamorado de él. Esa mirada reflejaba demasiado. «Hazlo..». Dijo no muy seguro el hombre, pero si funcionaba estaría con Luna, sino...moriría de verdad.
No pudo notar siquiera cuando la joven lo atraveso con la Daga, fue demasiado rápida, incluso para él. Todo se empezó a nublar, los sentidos se adormecían y su cuerpo temblequeaba.
Segundos mas tarde, ambos hombres yacían en el suelo, agonizando, esperando el momento de partir y comenzar su “condena” junto a las personas que amaban.
Las puertas del sitio se abrieron de par en par, dejando ver a cuatro figuras paradas. Tres eran mujeres, uno era un hombre.
- ¡PADRE! ¡MADRE!
Gritaron al unisolo dos de las figuras mientras ingresaban corriendo hacía dentro de la habitación, una de ellas fue directo a Daggeron, la otra fue directo a Alexander. Las jovencillas trataban de contener la sangre de las heridas de los hombres pero no podían, eran demasiado y parecía como si ya se hubiesen dado por vencidos.
-¡¿Que has hecho?! - Grito una de las jovenes que estaban al lado de sus padres.-
Los dos jovenes que quedaron aún parados, atónitos en la puerta ante semejante escena. Parecía que aún no caían ante lo que sus ojos veían.
- Calypso largate.. -Musito casi inaudible el hombre que apenas dio un par de pasos dentro de la habitación. La castaña que había atravesado a los hombres lo quedo viendo.-
- ¿Que has dicho, Amado? -Dando un paso hacía él y la otra rubia que estaba a su lado.-
- He dicho que.. -Su voz era entrecortada y baja, pero de un momento a otro esta se elevó luego de esa leve pausa.- ¡TE LARGUES! -explotando fúrico, su ceño fruncido, sus ojos entrecerrados, nunca antes había estado así, o al menos nadie lo había visto así.-
- Pero Amado..- Quiso seguir pero el joven la fulminó con la mirada y ella lo entendió, agacho la mirada hacía un costado y una bruma pálida comenzó a recubrirla haciéndola desaparecer de allí, al hacerlo, solo quedo la Daga la cual cayó al suelo.-
- Padre.. padre por favor despierta.. -Pedía la cobriza que se hallaba sentada, sollozante al lado de Daggeron.- Padre..
- ¿Que hacemos? -Pregunto la rubia que aun estaba al lado del nombrado “Amado”.-
- Esperar..-Simplemente dijo. Realmente no sabía que podrían hacer solo suponía que debían esperar.- Vamos.. hay que ponerlos en la bóveda.
- ¡Guardias! -Grito la rubia con la que había estado hablando. Los mencionados ingresaron.- Ayudennos.
Los hombres los ayudaron a llevarlos a la Bóveda familiar, donde pusieron a cada una de las Valerious en cámaras distintas, ataudes de cristal y un hechizo protector sobre cada una. En cuanto a los hombres, fueron puestos en una de las cámaras, de la misma forma: ataudes de cristal, un hechizo protector en cada uno.
En cada puerta de cada cámara colocaron sus simbolos.: En el de Hera un Sol. En el de Luna, una estrella con forma de luna. Y en el de Alexander y Daggeron uno de los simbolos reconocidos para los Guerreros Griegos.
Lo único que podian hacer era esperar, tomar el lugar de sus padres y cuidar aquello que crearon. Seguir cuidando de Amara, que yacía como piedra en una de las habitaciones. Cuidar de los alumnos que quedaban y enseñarles lo que necesitaban aprender. Era mucho, si. Pero era su deber, el deber de los hijos heredados por sus padres caídos...
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